lunes, 24 de marzo de 2014

PATRICE


Abro los ojos, y el Sol se está colando ya por las rendijas de la persiana entreabierta.

Con un gato enroscado en cada pierna, alargo un poco la mano para rozar tu espalda y acariciar tu cabeza escondida bajo la almohada. Hueles a alcohol y a despojos de una noche muy larga, como casi todas las últimas.

Sonrío para mis adentros recordando nuestra llegada, cómo nos tambaleábamos en la claridad de la incipiente mañana, cómo caímos en la cama presos de la lucha entre el sueño y el ardiente deseo, dejándonos finalmente vencer por el primero, pero a medio camino del segundo.


Desde mi cama, en lo alto del edificio, puedo escuchar el murmullo de la ciudad.
Es un día de domingo cualquiera para todo el mundo.
Se oye la ambulancia recorrer la calle a toda prisa, y los transeúntes bajan a comprar el pan del día previa parada para una cerveza rápida en el bar de la esquina.


Mi pie, que se ha quedado suspendido a medio camino entre la cama y el suelo, decide volver a esconderse bajo las mantas. Quizá sea ya hora de levantarse...
Me vuelvo y nos tapo la cabeza con el edredón para quedarme un ratito más apretando tu cuerpo desnudo contra el mío.

Otra ambulancia recorre a toda prisa la calle haciendo sonar su sirena.

"Parece Nueva York" es lo primero que me dices aun con los ojos cerrados. "¿Ah sí? ¿Allí siempre es así?" pregunto mientras recorro tus labios con la punta de la lengua. "Mmmmmhhh" me ronroneas a modo de respuesta rodeándome con tu brazo para atraerme un poco más hacia ti.
"Entonces yo seré Patrice, camarera nocturna de una cafetería, que se enamora perdidamente de ti porque tienes un precioso cochazo clásico americano" te digo mientras mi lengua se pierde cada vez más hacia abajo por tu torso desnudo.

Y tú solo suspiras.