que me llevabas de la mano
a todas partes, incluso al baño,
por si acaso de repente
desaparecía de tu lado
entre aquella maraña de gente
con cuerpos alcoholizados.
Y tan sólo una semana después
decidiste huir de mí lado
escondiéndote en la oscuridad
de cualquier antro de la ciudad,
con ojos brillantes y asustados,
detrás del humo de un cigarro
por si acaso el maldito destino
los encontraba de nuevo con los míos.
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