martes, 12 de junio de 2012

Tras una botella de tequila



Quedábamos a escondidas y yo siempre te miraba embobada, miraba esos ojos azulesogrises clavados en mí.
¡Qué bonita eres!, me decías. Y me comías a besos detrás de todas las puertas y delante de todas las barras de los bares de la ciudad.





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